Cuéntame, Galko-chan | POPCOKEN ANIME


- La gal favorita de todo el mundo -

El mundo de las subculturas, o tribus urbanas, es extenso y variado. En el caso japonés hay varias a destacar: otakus, visual kei, lolitas y gals, entre muchas otras; a cada cual con sus rasgos únicos. Sin embargo, comparten algunas características, pues pertenecer a una tribu urbana implica ciertos beneficios y trata de cubrir necesidades personales, ya que aquello que buscan es el sentimiento de pertenencia o de identidad, sentirse integrados. Dicha manifestación, suele exponerse a través del aspecto corporal, además de venir acompañado de una personalidad homogénea entre los integrantes. 'Cuéntame, Galko-chan' se encarga de coger esos tópicos y desecharlos completamente.


Me gustaría detenerme a analizar paso a paso la “trampa” que nos plantea la serie. Para empezar, los nombres de todos los personajes describen exactamente el estereotipo que representan: galko (aunque mejor dicho sería gyaruko) viene de gal, de la tribu gyaru, y ko, que significa “chica”. Otako de otaku y ko, mientras que Ojou es la abreviatura de Ojou-sama, que viene a ser como la típica señorita rica. Si bien el trío protagonista es fácil de identificar, también tenemos a Charao, que viene de ‘charai’, que vendría a ser ‘ligón’. O Metako, que viene de heavy metal, siendo una fanática de este género musical. Esta relación ayuda bastante a familiarizarse con los personajes, de la misma manera que Black Clover hacía, tal y como comenté en un artículo anterior.

La apariencia también forma parte de este juego: Galko lleva uñas postizas y sale bronceada, Otako lleva gafas y el pelo algo alborotado, Supoo (adaptado de ‘sports’, deportes) viste siempre una camiseta de béisbol… La forma de hablar delata también su pertenencia, ya sea en ese tono tan educado de Ojou o el típico ‘cheez’ de Galko. En resumidas cuentas, son una especie de estereotipos andantes a primera vista.


Los estereotipos se utilizan para satisfacer cuestiones inconscientes y operan como justificantes de los prejuicios. También son usados como mecanismo de autodefensa, puesto que sirven para preservar nuestra posición en la sociedad, reforzando el endogrupo (grupo social del cual una persona se identifica psicológicamente como miembro). Causando así rechazo cuando las preconcepciones se ven contradichas por los hechos.


Gran parte del encanto de la serie es en jugar con esta idea. Veremos a casi todos los personajes prejuzgar a Galko por su apariencia gyaru; pensando que será alguien preocupada tan solo por su aspecto físico, que se pasa todas las noches de fiesta ligando con multitud de hombres y que tiene la cabeza más bien hueca. Y es justamente todo lo contrario: si tiene sueño por la mañana es porque se ha pasado la noche viendo películas en casa, es algo inocente (algo corriente debido a que sigue siendo una estudiante de secundaria) y se preocupa genuinamente del resto de la clase, ayudándoles dentro de sus posibilidades.


Lo más interesante está en que ese prejuicio ocurre de fuera hacia Galko, pero no de ella al resto de personajes. Ella entiende que la apariencia física no resulta tan determinante e intenta entender a cada uno de sus compañeros de clase, atendiendo a sus preocupaciones y pensamientos reales. Lo vemos varias veces durante el show, pero especialmente en el capítulo donde nos muestran el primer contacto entre Galko y Otako, donde esta última es aquella que se niega a entablar amistad con Galko, pensando que simplemente pertenecen a esferas diferentes y que son demasiado distintas. Aunque la forma de tratar a Galko por parte de Otako no fue la correcta aún teniendo en cuenta los prejuicios que cargaba, tampoco creo que podamos culparle del todo por su reacción, pues tan solo pretendía protegerse de todo aquello que era diferente a ella.


El otro de los dos pilares que sustentan la serie se encuentra en la representación de la diversidad de los cuerpos (especialmente en el elenco femenino) con tremenda naturalidad. Hace sentir que de verdad son alumnas de secundaria hablando de estos temas, haciéndolo en un tono ligero y con toques de comedia, siguiendo siempre la misma estructura: un personaje plantea un tema, otros dan su opinión y se pasa al siguiente tema. Esto favorece que ninguno de los gags se haga pesado por ser demasiado largo ni denso, al igual que encaja bastante bien dentro de los capítulos cortos que tiene la serie. Mientras que en otras series temas de esta índole serían desechados, no mencionados o casi ignorados, Cuéntame, Galko-chan los hace una de sus premisas principales.


Considero que es importante que existan series con este componente educativo, especialmente dirigido a este grupo, pues es conocido que no siempre se ve representado de una forma correcta dentro del mundo del anime y el manga. Y también tienen derecho a verse representadas, observando a personajes en situaciones por las que pasan en su día a día donde puedan verse identificadas. Además, Cuéntame, Galko-chan ayuda a combatir el tropo de que un personaje buen femenino debe ostentar un cargo importante en una organización o poseer fuerza física, sino que a veces puede ser tan solo un grupo de colegialas hablando de sus vivencias e intereses en el día a día. Hay espacio para todas.


En conclusión, ved 'Cuéntame, Galko-chan que está gratis en Crunchyroll y tenemos el manga licenciado por Fandogamia. Lo he dicho más de una vez por aquí, pero no todos los shows tienen que ser épicas aventuras o tramas complicadas. Una fórmula para alcanzar la celebridad puede ser ésta: expresar ideas sencillas con claridad, ingenio y cortesía, que se suele decir.

Javier Tatay


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