¿Sabes esa frase tan asentada en la cultura pop de "no hay segundas partes buenas"? Si, esa que tanto cuesta remontar con ejemplos de peso como 'El padrino II', 'Terminator 2' o 'Spider-Man 2', entre muchas otras. Pues 'Un lugar tranquilo 2' es de las que sirven de ejemplo para perpetuar esa frase. Con las primeras partes se establecen las bases de las historias con o sin proyección suficiente como para que pueda existir una continuación. En la mayoría de las ocasiones se diseñan sin tener prevista una secuela, por eso a la hora de tener que replicar y ampliar lo que hizo esa primera parte, las secuelas suelen torcerse. ¿Por qué? pues porque al no haber sido planeadas, suelen tratar de replicar esa cosa especial que hizo que no enamorásemos de la original, cuando lo que deberían hacer es seguir adelante y contarnos cosas nuevas, pero coherentes en base a las normas de la franquicia.
'Un lugar tranquilo 2' para mi gusto empieza con muy mal pie al retomar a los personajes en el momento exacto en el que los dejó la segunda parte. Lo que se podía haber hecho con una elipsis, se hace aquí paso a paso de una forma sangrantemente lenta y detallada. Sí, veremos cómo los personajes establecen los nuevos elementos de tensión pero eso sacará a luz nuevos problemas. Por ejemplo el que más representa conflicto entre narración e intención: las decisiones de los personajes han dejado de ser suyas desde que acabó el prólogo, para quedar supeditadas a las decisiones de la trama. Una trama que encima se vuelve tramposa con temas como el cepo o las bombonas de oxígeno, que rozan el ridículo y rompen la inmersión en el filme.
Donde los personajes necesitaban una historia de viaje, que les independizase de la poética emancipación involuntaria de la primera parte, tendremos una serie de ridículas y torpes malas tomas de decisiones. Donde en la primera parte todo era exprimir los medios y escenarios para sacar la mayor cantidad de ventajas posibles respecto a sus evidentemente superiores enemigos, aquí esa presa se va a ir aflojando también hacia la conveniencia.
Lo que quiero decir es que la primera tiene una historia que contar y que se sitúa por encima de todos los elementos de tensión que se plantean y gestionan con maestría. Encima se sale de los tópicos del género de terror para contarte una historia humanista. Lo que hagan todos los personajes para sobrevivir es lógico y bello por que son una familia rota que trata de reconstruirse. Todos sus esfuerzos y luchas son empáticos y se terminan por convertir en una carga también para el espectador. Esa dualidad, ese roce constante es lo que alimenta con genialidad el motor del filme, que estaba diseñado por y para los personajes.
Esta secuela no apela a nada, ni humanista, ni reflexivo...nada. Ni si quiera se convierte en un festival slasher, ni trabaja la construcción del mundo de la franquicia. No hace nada de eso. Simplemente se limita a exponer a los personajes al mundo, para así generar nuevas situaciones de tensión con las que poder rellenar una película corta, que se hace terriblemente larga. Lo podemos plantear en una serie de preguntas básicas que todo escritor debe hacerse sobre sus personajes a la hora de hacerlos avanzar ¿qué?, ¿cómo? y ¿por qué?
¿Qué quiere esta familia? imagino que seguir adelante y sobrevivir, pero cada vez se esfuerzan menos en sobrevivir y se ven envueltos constantemente en eventos en los que tendrían que haber muerto si el guion no los protegiese por ser los protagonistas. ¿Cómo lo van a hacer? torpemente y forzando las reglas y la propuesta de la película original hasta el punto de que llegues a plantearte si son todos imbéciles. ¿Por qué lo hacen? Aquí no hay causa ninguna y la tienen delante de las narices. Esta familia debería contar una historia de supervivencia por y para el bebé, y ahí encontrar una segunda trama que desarrollar en una secuela.
Pero no, en lugar de construir una nueva propuesta hace cosas bastante feas. Feas como destronar la independencia y heroísmo ganados a pulso de Emily Blunt en favor de otra figura masculina en el centro de la trama, una que además no se ha ganado el sitio y está colocada ahí a la fuerza. ¿Feo? sí, por que no veo la necesidad de colocar en el centro de la trama a otra figura "paternal" masculina. Donde esto se podía haber llevado como 'La carretera', nos encontramos con los ecos innecesarios de lo que hizo bien la primera parte. Además de que el personaje de Cillian Murphy (colocado con tramposa naturalidad en el fantástico prólogo) también dobla todas sus convicciones, en cuestión de segundos, en pro de que la trama pueda ir por donde quiere, de nuevo sin importar lo que necesitan o deseen los personajes.
Es cierto que sigue habiendo buena mano en las labores de dirección. John Krasinski sigue demostrando que sabe hacer las cosas bien con los elementos de tensión y cómo usa el lenguaje cinematográfico para crear y desarrollar esa tensión. El resto de la narración, trata de aprovechar las tramas separadas, para cortar de una a otra y, mediante ese dinamismo, alargar la vida útil de cada una. Una vida útil que no es más que una engañifa, ya que si midiéramos cuanto avanza la trama en distancia pura y dura, nos daríamos cuenta de que se han dado dos o tres pasos respecto a la original. Esa distancia corta genera una sensación de inseguridad por parte del filme. Una inseguridad que dice "me gustan mis personajes y me da miedo exponerlos al mundo", un mundo construido como despiadado y difícil en la primera parte y que aquí está atado en corto para ser concesivo con sus personajes.
Me duele tener que destripar 'Un lugar tranquilo 2' porque adoro con todo mi corazón la primera, pero creo que para lo que han venido a contar, no merecía la pena hacer el daño que se ha hecho a los personajes. Un daño que ojalá fuese emocional, porque eso sumaría al humanismo de la historia. Pero al final lo que se busca aquí se aleja totalmente del perfil humano y se acerca peligrosamente al de espectáculo vacío. Ahora sólo espero que, sí se da una tercera parte le dediquen un poco más (mucho) de esfuerzo a escribir un guion, ya que aquí brilla por su ausencia.
Jorge Tomillo Soto-Jove
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