-Bob Kane estaría orgulloso.-
Esta crítica ha sido revisada y reescrita años después aquí: En este enlace
Por lo tanto esta queda desfasada y lo aquí escrito ya no son mis opiniones actuales.
Los
personajes que creara Bob Kane allá por 1939, vuelven a reunirse y redefinirse para
un último baile de salón, en verano de 2012. A cuatro años de
distancia con respecto a la segunda entrega (Batman el Caballero Oscuro, 2008), volvemos a sumergirnos en el
maravilloso universo de Christopher Nolan,
que superó de largo a Tim Burton a
la hora de retratar el oscuro, místico, salvaje y corrupto mundo original de
los cómics de Batman.
Christian Bale
(El imperio del Sol, American Psycko, El
maquinista y The Fighter) se confirmó como actor de primera división con la saga heroica de Nolan -si olvidamos 'American Psycho'- y Heath Ledger (Destino de Caballero, Brokeback Mountain y El Imaginario del Dr.Parnassus;
en esta última debutó Andrew Garfield, Spiderman
hoy día, en una película importante) sorprendió, marcó e iluminó fugazmente
al mundo antes de su marcha temprana, ganándose
más que sobradamente el Óscar póstumo.
En
esta ocasión tan singular (venida a menos
en el día del estreno debido la tragedia de Denver, que se saldó con doce
asesinatos) Christopher Nolan nos reintroduce en la trama de esta historia ocho años después de la muerte de Harvey Dent/Dos-Caras (Aaron Eckhart). La reputación de Batman está por los suelos, se ha
posicionado intencionadamente en el puesto de enemigo número uno, que según él, es lo que más pudiera beneficiar
a la ciudad de Gotham (recreada
mayoritariamente en Chicago, junto con partes de NYC, San Francisco y Los Ángeles).
Esta seguramente sea la Gotham más oscura y fiel a los cómics que, sin perder
el realismo inherente que aporta el toque
de Nolan, nos hayamos encontrado hasta ahora, superando con creces la fantástica de Burton y la exagerada de Joel Schumacher, que no supo
recoger el testigo de su predecesor. El carácter de la ciudad (Gotham, originalmente “Goddammn City” Ciudad dejada de la mano de Dios) está bien
presente en esta trilogía, poniendo a nuestro héroe, con frecuencia, contra la espada y la espada, valga la redundancia.
Una situación de la que, tememos, le sea muy difícil escaparse.
Tras
la desaparición de Joker (dejando el listón quizás demasiado alto),
un recluso de Arkham, el centro psiquiátrico-carcelero, que ya vimos en la
primera parte (conducido por el Espantapájaros, interpretado por Cillian Murphy),
una mole llamado Bane (Tom Hardy), se
encargará de sobreponerse a los muros que intentan contenerlo con un poderoso
motín. Bane tratará de demostrar a la ciudad lo huérfana que se ha quedado tras
perder a Harvey Dent, su caballero blanco, momento en el que Batman buscará alzarse con la victoria, aún a costa de salir
peor parado.
A la
trama se unirá algún que otro personaje nuevo, como CatWoman (Anne Hathaway) y reaparecerán las
rencillas de viejos conocidos como Ra´s al Ghul (Liam Neeson), el siempre sabio y hogareño Alfred (Michael Kane), el Comisario Jim Gordon (Gary Oldman) y el ingeniero Lucius Fox (Morgan Freeman). Contaremos también con
la participación de dos de los protegidos de Nolan, Marion Cotillard y Joseph
Gordon-Levitt (Origen) quienes, si
bien no conocemos cuál será su aportación a este último capítulo, nos harán
disfrutar de seguro de una interesante velada.
Para
concluir, reconocer ciertos méritos a esta parte final.
Hans Zimmer volverá a deleitarnos con otra poderosa banda sonora, como ya hiciera en las anteriores películas
de la saga y en Origen. Christopher
Nolan, tanto como director o como
guionista, nos ha sorprendido más que gratamente al redescubrirnos al héroe
por excelencia. Que fuera, en su momento, vilipendiado
por Adam West, caracterizado de forma irregular por un Michael Keaton que
desaparecía en la sombra de Jack Nicholson, y humillado por Val Kilmer y
George Clooney, quienes, curiosamente, se
dieron a conocer tras la máscara del murciélago. Batman ha pasado de ser
una película de superhéroes, a ser una auténtica historia puntera de drama,
llegando a rozar la perfección con su segunda entrega.
Los proyectos de Nolan
son una delicia, pero sin Christian Bale capitaneándolo y Heath Ledger para
volverlo todo un caos, nunca hubiéramos llegado hasta aquí, ni mucho menos
hubiera conseguido ser la trilogía de culto que es hoy día, relegando casi al
olvido al Señor de los Anillos. Por último, valorar el mérito de Tom Hardy y Anne Hathaway, que han de
hacer la historia funcionar bajo la enorme
presión dejada por la marcha de Ledger (posiblemente
el mejor Joker de la historia, sin desmerecer el trabajo de Jack Nicholson)
Batman
es un símbolo tras una máscara. Es lo bueno y justo que nos gustaría ser a
todos, siendo al tiempo atractivo e interesante, como hombre al igual que como
mito. Batman el Caballero Oscuro: La
leyenda renace, no es una película para ver con tus hijos pequeños, pero si
es una de esas joyas que casi nunca da el cine de superhéroes y que escasea en el cine en general. Esperamos
con ansia que esta tercera entrega satisfaga hasta a los más exigentes y constituya
un más que digno final para esta apoteósica saga, con la que aprendemos que los
límites y las reglas están hechos para romperlos.
Nota: 6,9
Jorge Tomillo Soto-Jove
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