1917 | POPCOKEN


Cuando entré en la sala de cine, admito que iba un poco a contracorriente. Si, soy de esos que va a los estrenos por no crearse expectativas, y a este no pude ir. Pero ya la he visto y..., si, me pasé los primeros 20-30 minutos buscando los cortes escondidos de los falsos planos secuencia, que por cierto son dos. Hay un único "corte" en toda la película. Entiéndase corte, dentro de un sistema de planos ficticio. No os pongáis quisquillosos tan pronto. 

Vale, 1917 es una película bélica rodada hacia el plano secuencia. Pero, ya habiendo visto 'El Renacido', 'Birdman' y 'La maldición de Hill House' (donde no hay un plano secuencia perfecto sin cortes digitales, si no que hay cinco), por nombrar ejemplos recientes, uno mira más allá. Así que... cierto, el mérito de grabar una película bélica para montarla como un plano secuencia es una obra titánica. Coordinación de extras, diálogos, coreografía de cámara y todo esto sin romper la luz de la escena o la cohesión de la misma ni en lo más mínimo. Pero yo me temía que pretendiesen vendernos la idea de que eso ya era bastante como para justificar dos horas de metraje. Entonces ¿qué sentido tiene? Bueno, os lo explicaré rápido y sin spoilers.


La película empieza y cierra en un punto casi idéntico, una jugada que si no se hace bien resulta presuntuosa, porque quiere salvar la trama mediante una circularidad forzada. Aunque aquí está a años luz de estar forzada, es magnífico. Así que tenemos a estos dos personajes, dos soldados en mitad de alguna parte de la WWI y, se les encomienda una tarea: ir hasta la otra punta del ejército aliado, con grandes dosis de ejército alemán entre medias. 


Pero, este viaje del héroe está condicionado por los rangos superiores del ejército. Unos dicen que los alemanes se retiran, otros que es una trampa. Así que los dos héroes, empujados por la promesa de salvar de una trampa a todo un batallón, donde además está el hermano de uno de los protagonistas, deciden hacer lo correcto.

¿Sencillo? si, pero terriblemente efectivo diseñado en plano secuencia. Así, al estar presentada esta historia con una constante inamovible —el movimiento hacia delante— uno asume con más fuerza que la tarea no puede dejarse atrás, que no importa lo que el camino traiga o cuantos peligros y males hayan por delante. Porque es lo correcto. Porque saben, que si se dejan caer, morirán miles. Miles, por una cadena de mando separada por el ejército alemán, que ha cortado todas las comunicaciones.


Así que, esta es una película de esas ¿no? una oda al coraje y al heroísmo puro. Una de tantas que ha dado el cine bélico, tan bebido de sí mismo. Pues no. Donde esperaba encontrar mal gusto y una innecesaria necesidad de demostrar al mundo las grandezas de su historia, me he topado con una cámara que se distancia con suavidad del rastro de los protagonistas para que tengas un segundo, un frame o dos, de una pequeña historia que está en el camino. Este patrón se repite mucho en el filme y es una fantasía. Porque no es algo que te tire a la cara, ni que te esconda. Simplemente surge por el camino. Un camino planeado con antelación hasta la exageración y que se desenvuelve suavemente y con delicadeza.


1917 incluso se permite un objetivo mayor. Cuando la realidad de la guerra, inunda todo y se pierde la noción del espacio y el tiempo, surge su búsqueda por la belleza. De pronto los personajes se verán adornados o sumergidos en situaciones con tintes poéticos o literalmente bellos. Y para cuando te das cuenta de que esta dinámica se ha adueñado de la película, ya da todo igual, no puedes hacer nada más que dejarte llevar y aplastar por ello. 


Porque los protagonistas no podrán parar hasta desfallecer y tú no podrás parar con ellos. Llegando hasta el cenit en la escena final, como colofón bien merecido a esta carrera de fondo que ha sido todo el arco argumental de sus protagonistas.



1917 no es una gran película, es una maravilla. Una que con una premisa sencilla, sabe hacer maravillas y sacarle tanto brillo a "tan poco" que no deseas que se acabe. Por cosas como esta me gusta la época de los Óscars, porque las compañías se guardan para final de año sus bestias mayores y esta es una de las grandes. De esas que deberían convertirse en clásicos instantáneos. 


Jorge Tomillo Soto-Jove

Nota: 9,6

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