Recientemente he podido ver uno de los estrenos más importantes del año. Sí, hemos llegado al punto donde una producción de Netflix -que en otras circunstancias se habría visto opacada por otros títulos más bombásticos- puede disponer de toda la atención, debido a la ausencia total de competencia.
'El diablo a todas horas' es una gran película, le pese a cuantos le pese. No he leído el libro, ni tengo intención, ya que el 96% de producciones de la industria cinematográfica adaptan otras obras a la gran pantalla y... bueno, no me daría la vida, ni soy una máquina. Y, al mismo tiempo no puedo negar que entienda que se la critique con dureza, no es una película para todo el mundo, ni mucho menos es lo que suele traer Netflix a su catálogo. Esta es, junto a 'Roma', 'Dos Papas', 'El Irlandés' y otras excepciones, una de las pocas veces en las que la plataforma da visos de buen gusto.
Muchas películas se limitan a construir en dos direcciones: hacia delante y hacia atrás, retroalimentando así la propia historia al mirar en ambas direcciones. 'El diablo a todas horas' construye dejando deliberadamente, y de una forma muy obvia para que nadie se pierda nada, piedras por el camino. Piedras en forma de eventos que suelen responder a lugares comunes o tópicos que aporten trasfondo a sus personajes.
Lo divertido es que estas "piedras" se quedan en el camino de los personajes que las crean y de los demás. 'El diablo a todas horas' se esfuerza en ser este relato sobre una población cualquiera de lo profundo de El país de la vergüenza aka EEUU, en la que en un período de tiempo "pasan cosas jodidas, con y a gente jodida", todo ello aderezado con otros elementos centrales de la narración como la religión o la sexualidad, o ambas mezcladas de formas turbias.
¿Es esta una gran película? ¿una película importante? Bueno, desde luego, para mi por ahora es la mejor película que se ha estrenado este año de mierda, pero hay que tener en consideración una cosa. 'El diablo a todas horas' está muy lejos de ser una película divertida. No es un producto de entretenimiento al uso que trate de aliviar el estrés del día a día. De hecho yo no podía más en sus minutos finales y estaba deseando que terminase, ya que temía que si la cinta seguía corriendo, todo cuanto quedaba que me gustaba o quería, se jodiera también, en un sentido de historia.
La peli va generando malestar y tensión a garrafas, hasta un punto en el que necesitas que pare. Incluso podríamos decir que cae en ese género de "películas feas"; esas pelis que retratan historias oscuras y duras, difíciles de ver pero increíblemente poderosas y con calidad a raudales. Algo muy parecido, aunque más suave y concesivo con el espectador, a 'Animales Nocturnos'.
Desde luego, esta es una de esas películas que ya sólo por el reparto sería inexcusable no verla, pero encima es que está bien construida para lo que quiere contarte. Sí, puede pecar de previsible por momentos, pero muchas veces es anticipación para que temas lo que puede venir si has recogido bien las piedritas que ha ido dejando en el camino de cada cual.
Al acabar todo deja una sensación de circularidad formal, que a algunos se les puede antojar un poco forzada, pero que para mi funciona bien, nuevamente en consonancia con el tono y la propuesta. Todos los trucos o atajos tomados para no tener que llevar la cinta a las tres horas de duración son más que bienvenidos, y su visionado en versión original obligado, ya que el trabajo de los actores con los acentos es una capa más de profundidad para describir a los personajes.
Con 'El diablo a todas horas' me quedo con una sensación traumática, como para no volver a querer pasar por esto en mi vida, (como me pasó tras ver 'Parásitos' o 'Un monstruo viene a verme', aunque en este segundo caso fue por motivos diferentes y más personales). Pero también con el buen sabor de haber visto una buena película. Una que sin mayor pretensión alcanza el ser notable con bastante tranquilidad. Si no eres de historias felices, esta es la peli para ver el próximo domingo en casa.
Nota: 8
Jorge Tomillo Soto-Jove
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